Los mercados públicos en México
Los mercados hunden sus raíces en lo más profundo de la historia de nuestro país. En las culturas mesoamericanas se instalaban en espacios abiertos adonde acudía la gente para comprar, vender o intercambiar todo tipo de mercancías. En vísperas de la Conquista, los tianguis, como se llamaba a los mercados, se establecían todos los días en las grandes ciudades, mientras que en poblaciones más pequeñas los días de mercado eran cíclicos. La tradición de los tianguis continuó durante la Colonia, algunos se reubicaron y otros más nacieron a raíz de las nuevas actividades económicas como la minería y la ganadería, además se añadieron productos españoles y asiáticos. Desde entonces se establecieron puestos semifijos de madera en los mercados de la capital. Hubo que esperar hasta el Porfiriato para que se construyeran los primeros mercados formales con locales fijos y materiales duraderos y, en la segunda mitad del siglo XX, se establecieron los mercados públicos en diversos centros urbanos.
El Mercado Municipal Centenario de Yautepec, Morelos, se inauguró en abril de 1970. Es un típico mercado público con puestos fijos que ofrece todo lo necesario para cubrir las necesidades de abasto de la población. Como es usual en estos mercados, sus locales están organizados de acuerdo con los productos que ofrecen: frutas y verduras; carne de res, pollo o cerdo; pescado; productos lácteos y de abarrotes; hierbas; flores; dulces tradicionales; artesanías; área de fondas; etc. Este mercado guarda muchas sorpresas que puedes descubrir si pones atención a lo que perciben tus sentidos. ¿Cuántos olores se desprenden de las frutas y las verduras frescas, de las hierbas y de los dulces tradicionales?, ¿qué sabor tendrá todo eso? Observa el colorido de las frutas y verduras, de los dulces y las artesanías, ¿no crees que es como estar dentro de una pintura viva? Ahora escucha; tal vez te parece caótico el bullicio, pero si te colocas en un lugar seguro, puedes jugar a ser un director de orquesta: cierra los ojos y escucha, distingue unos sonidos de otros y dirígelos moviendo tus manos imitando los gestos de un director. Te darás cuenta de que todo ocupa un espacio: las ingeniosas frases con que los comerciantes ofrecen sus productos, el saludo amistoso de unos conocidos que se encuentran, el ir y venir de billetes y monedas que pasan de mano en mano, bromas y risas, los niños que piden un juguete o un dulce, algún diálogo en una lengua indígena, etc. Los mercados, desde el México antiguo hasta nuestros días, han sido lugares para el comercio, así como centros sociales de convivencia e intercambio cultural muy profundo. Los mercados son un patrimonio cultural vivo. Consumir en ellos es una forma de perpetuar esta herencia y hacer frente a los embates de la globalización que homologan las culturas y promueven un consumo inconsciente y desmedido. Al comprar en los mercados se fortalece la economía de las familias mexicanas, se estimula la producción local y se satisface la demanda del consumidor que busca productos de buena calidad.