Gente del mar y el desierto

Los seris o comcáac (como se llaman a sí mismos y cuyo significado es “la gente”), viven en el desierto de Sonora desde hace por lo menos 2 000 años. En la actualidad el territorio comcáac abarca aproximadamente 100 km de litoral, los seris se concentran principalmente en dos pueblos costeros de Sonora, El Desemboque y Punta Chueca, además existen campamentos temporales que habitan los pescadores y sus familias de acuerdo con los ciclos de pesca. Antiguamente también ocupaban la isla Tiburón, llamada Tahejöc en su lengua, en el golfo de California, pero en 1963 se expidió un decreto que designó a la isla como zona de protección de flora y fauna silvestre, prohibiendo que la habitaran permanentemente; sin embargo, en 1975 se añadió la isla al territorio que les pertenece oficialmente y, aunque no viven en ella, continúa siendo su patrimonio y participan en su resguardo.

Los seris se consideran descendientes de una raza de gigantes y reconocen a Hant Caii como el creador que forjó la tierra con sus cantos. El canto es muy importante para ellos: calma el clima, cura enfermedades y transmite conocimientos. Habituados a vivir en el desierto y el mar, tienen cantos dedicados a la naturaleza marina y terrestre. Los comcáac se integran así de manera armoniosa con el mundo natural que los rodea y sus historias de creación de la Tierra involucran todos los elementos naturales de su medio. Por ejemplo, creen que en las cuevas de la isla Tiburón habitan espíritus buenos y malos a los que se apacigua por medio de cantos; cuando están frente a una cueva, un anciano debe cantar para evitar que los espíritus malos entren en el corazón. En una cueva de la isla habita el espíritu de un antepasado gigante que luchó para defender al pueblo y al territorio de los sucesivos invasores que los han querido someter, desde los españoles hasta los rancheros ganaderos del México independiente, por medio de campañas de exterminio. Este lugar es parte de la memoria histórica del pueblo y sus cuevas son sitios sagrados habitados por sus antepasados que resguardan y revelan los conocimientos ancestrales.

Esta es la isla más grande de México y su importancia biológica es enorme, pues las aguas que la bañan son una zona de reproducción y crecimiento de diversos mamíferos marinos y tienen una alta concentración de aves marinas migratorias y residentes, así como tortugas y manglares. Su superficie también es área de conservación por la abundancia de cactáceas, reptiles y mamíferos. Sin embargo, nadie la ha protegido y conservado mejor que los comcáac, que han hecho un uso armonioso y respetuoso de sus recursos y la han integrado a su manera de entender y estructurar su mundo. Como has visto, la isla y los seris no pueden disociarse, pues guardan una relación muy profunda. Por ello es de gran importancia la conservación de esta cultura y su lengua, a la que ellos llaman cmiique iitom. Según datos del Inegi, en 2015 había solamente 754 hablantes, por lo que se clasifica a esa población como en riesgo de extinción lenta. Conocer su cultura y su forma de vida, valorar y respetar la diversidad es un buen comienzo.